"La historia de la sociedad humana, es la historia de la lucha de clases" Marx, Engels.
"Es necesario quitar sus tierras a los ricos y distribuirlas entre los pobres". Santiago Arcos.
Nos levantamos como una instancia de participación activa, inserta en las circunstancias y la vida política de hoy.
La recuperación de la historia del movimiento popular debe contribuir a la toma de conciencia de los trabajadores y el pueblo respecto de su papel, como una herramienta para la
transformación y puesta al servicio del proceso revolucionario.
Nuestra memoria debe ser rebelde, contestataria de la versión oficial, construida desde abajo y capaz de educarnos para la acción política.
Nos instalamos abierta y radicalmente en la trinchera de lucha contra el modelo neoliberal y el
capitalismo.
Nuestra política, hoy más que nunca, se basa en la capacidad para construir una fuerza
social antisistémica que impulse las tareas democráticas y revolucionarias que requiere nuestra
sociedad.
Para nosotros el realismo político consiste en conocer y estudiar la realidad para cambiarla, no para someterse a ella.
La historia de lucha de los explotados será una forma para reconocernos e identificarnos, sumando fuerzas para su reivindicación y liberación definitiva.
La lucha del Pueblo ha sido multifacética, fundiéndose en una compleja mezcla de organización y
acción política.
Su estatura es fruto de formidables aprendizajes históricos, reflejados en las cosmovisiones y resistencias de los pueblos originarios, de los independentistas, de los igualitarios de 1850, de anarquistas y libertarios, socialdemócratas, marxistas, cristianos progresistas, de mujeres y hombres con dignidad.
Resuenan las voces de Janequeo y Lautaro en la resistencia mapuche; del guerrillero José Miguel Neira, que junto a Manuel Rodríguez expresara el anhelo popular en la lucha anticolonial; aquí con nosotros también están los combatientes y revolucionarios Luis Olea, Alicia Ramírez, Elmo Catalán, Miguel Enríquez, José Valenzuela Levi y Marta Ugarte.
El Pueblo a lo largo de su historia se ha organizado en milicias, sociedades de igualdad, mutuales,
sociedades de resistencia, mancomunales, sindicatos, federaciones y centrales de trabajadores,
comités de allegados, organizaciones culturales y estudiantiles, construcciones que le han dado una riqueza y sentido incomparable.
Las multiplicidad de formas de lucha usadas en distintos momentos, tienen un valor intrínseco y constituyen un valioso acervo político-histórico de las fuerzas de izquierda.
Desde el cooperativismo, la solidaridad, la lucha electoral y parlamentaria, las tomas y huelgas, la protesta y autodefensa miliciana, hasta el accionar armado, han permitido lograr avances sociales y políticos a contrapelo de los intereses capitalistas.
El enfrentamiento radical y la reacción instintiva contra la opresión se encuentran en los orígenes y son fundamento del despertar proletario.
Nos hemos enfrentado a un enemigo que basa su poder en la enajenación social, el dominio cultural y comunicacional, produciendo el deterioro sistemático de las condiciones de vida de los
trabajadores y trabajadoras.
Al acercarnos al segundo centenario de la independencia de Chile, la injusticia y la explotación no han cambiado.
Violencia y represión son usados como mecanismos de control social, fundacional y sistemático en la historia de Chile.
Frente a ello, en muchos periodos, la resistencia de clase se ha vuelto violenta, organizándose destacamentos armados y clandestinos que actúan inmersos en la masa y se transforman en un componente imprescindible en la defensa de los intereses populares.
Apuntamos a la justicia histórica como forma de recuperar la experiencia, el dolor y el espíritu de
quienes han vivido el atropello y la violación de sus derechos fundamentales.
Esta justicia histórica no se la entregamos al estado burgués ni a sus instituciones, por el contrario, se perfila en los espacios autónomos que construye la memoria popular. Los avances trascendentes no ocurren con permiso, y menos por el colaboracionismo de las organizaciones populares con los dueños del poder.
Con Memoria Rebelde nos incorporamos a los permanentes esfuerzos que se vienen realizando
desde el mundo popular. Nos orienta una intransigencia clasista y autónoma de interpretar los
sucesos de nuestra historia. Aspiramos, por una parte, a ser un centro de investigación y recopilación histórica; por otra, asumimos como tarea la intervención política basada en los hechos históricos.
A los héroes y mártires populares no queremos homenajearlos como a seres inmóviles, como
estatuas de piedra.
Los recordamos como vivo ejemplo de consecuencia revolucionaria; es por ellos y en su nombre que estamos obligados a recordar para volver a soñar, para construir, para insistir en tomar el cielo por asalto.
Chile, agosto de 2007.
Nuestra memoria debe ser rebelde, contestataria de la versión oficial, construida desde abajo y capaz de educarnos para la acción política.
Nos instalamos abierta y radicalmente en la trinchera de lucha contra el modelo neoliberal y el
capitalismo.
Nuestra política, hoy más que nunca, se basa en la capacidad para construir una fuerza
social antisistémica que impulse las tareas democráticas y revolucionarias que requiere nuestra
sociedad.
Para nosotros el realismo político consiste en conocer y estudiar la realidad para cambiarla, no para someterse a ella.
La historia de lucha de los explotados será una forma para reconocernos e identificarnos, sumando fuerzas para su reivindicación y liberación definitiva.
La lucha del Pueblo ha sido multifacética, fundiéndose en una compleja mezcla de organización y
acción política.
Su estatura es fruto de formidables aprendizajes históricos, reflejados en las cosmovisiones y resistencias de los pueblos originarios, de los independentistas, de los igualitarios de 1850, de anarquistas y libertarios, socialdemócratas, marxistas, cristianos progresistas, de mujeres y hombres con dignidad.
Resuenan las voces de Janequeo y Lautaro en la resistencia mapuche; del guerrillero José Miguel Neira, que junto a Manuel Rodríguez expresara el anhelo popular en la lucha anticolonial; aquí con nosotros también están los combatientes y revolucionarios Luis Olea, Alicia Ramírez, Elmo Catalán, Miguel Enríquez, José Valenzuela Levi y Marta Ugarte.
El Pueblo a lo largo de su historia se ha organizado en milicias, sociedades de igualdad, mutuales,
sociedades de resistencia, mancomunales, sindicatos, federaciones y centrales de trabajadores,
comités de allegados, organizaciones culturales y estudiantiles, construcciones que le han dado una riqueza y sentido incomparable.
Las multiplicidad de formas de lucha usadas en distintos momentos, tienen un valor intrínseco y constituyen un valioso acervo político-histórico de las fuerzas de izquierda.
Desde el cooperativismo, la solidaridad, la lucha electoral y parlamentaria, las tomas y huelgas, la protesta y autodefensa miliciana, hasta el accionar armado, han permitido lograr avances sociales y políticos a contrapelo de los intereses capitalistas.
El enfrentamiento radical y la reacción instintiva contra la opresión se encuentran en los orígenes y son fundamento del despertar proletario.
Nos hemos enfrentado a un enemigo que basa su poder en la enajenación social, el dominio cultural y comunicacional, produciendo el deterioro sistemático de las condiciones de vida de los
trabajadores y trabajadoras.
Al acercarnos al segundo centenario de la independencia de Chile, la injusticia y la explotación no han cambiado.
Violencia y represión son usados como mecanismos de control social, fundacional y sistemático en la historia de Chile.
Frente a ello, en muchos periodos, la resistencia de clase se ha vuelto violenta, organizándose destacamentos armados y clandestinos que actúan inmersos en la masa y se transforman en un componente imprescindible en la defensa de los intereses populares.
Apuntamos a la justicia histórica como forma de recuperar la experiencia, el dolor y el espíritu de
quienes han vivido el atropello y la violación de sus derechos fundamentales.
Esta justicia histórica no se la entregamos al estado burgués ni a sus instituciones, por el contrario, se perfila en los espacios autónomos que construye la memoria popular. Los avances trascendentes no ocurren con permiso, y menos por el colaboracionismo de las organizaciones populares con los dueños del poder.
Con Memoria Rebelde nos incorporamos a los permanentes esfuerzos que se vienen realizando
desde el mundo popular. Nos orienta una intransigencia clasista y autónoma de interpretar los
sucesos de nuestra historia. Aspiramos, por una parte, a ser un centro de investigación y recopilación histórica; por otra, asumimos como tarea la intervención política basada en los hechos históricos.
A los héroes y mártires populares no queremos homenajearlos como a seres inmóviles, como
estatuas de piedra.
Los recordamos como vivo ejemplo de consecuencia revolucionaria; es por ellos y en su nombre que estamos obligados a recordar para volver a soñar, para construir, para insistir en tomar el cielo por asalto.
Chile, agosto de 2007.